Pocas frases han generado tantas repercusiones y reacciones como la pronunciada por Don Patricio Aylwin en los albores de su mandato: "El mercado es cruel".
La significación de las palabras del Ex-Presidente de la Republica es clara y contundente: Nadie puede permanecer inmóvil frente a los dramas sociales generados por el sistema económico-social instaurado durante el Régimen Militar.
En alguna medida puede afirmarse que esa breve frase pudo resumir con maestría el "ethos" de la Concertación como coalición política: El modelo heredado de la Dictadura debía ser enmendado para hacer posible que todos los chilenos accediesen en forma equitativa a los beneficios del crecimiento económico.
Sin perjuicio de las consideraciones anteriores, estimo necesario reparar en un aspecto de la frase que hemos venido analizando y que, a mi juicio, se ha prestado para una serie de malentendidos.
El mercado es un instrumento económico, y como tal, no puede ser cruel per se. El mercado, como medio de asignación de recursos escasos en sociedades complejas, solo puede ser cruel en la medida en que olvidamos que el ejercicio de la libertad supone la convergencia de una serie de condiciones que la hacen posible.
Cuando omitimos reparar en este aspecto vital, suponiendo en forma ilusa e ingenua que todos los agentes sociales concurren a ejercer su libertad mercantil dotados de una idéntica capacidad de negociación, inexorablemente obtendremos un mercado cruel que hace posible el abuso de los más poderosos en desmedro de los más débiles, pequeños y desinformados. La libertad de los desiguales se traduce en la tiranía del mas fuerte.
En cambio, cuando somos concientes de la existencia de aspectos condicionantes de la libertad con la que los agentes económicos se desenvuelven en el mercado, podemos intervenir en las variables económico-sociales que hacen posible los abusos de los agentes más poderosos o preparados sobre los más pequeños y débiles, siendo posible de esta forma que todos tengan acceso a los conocidos beneficios del mercado como medio de asignación de recursos: Creación de riqueza, asignación eficiente del bienestar, estimulo a la innovación, libre elección de los bienes y servicios adquiribles, incentivo a la calidad. Concisamente, la ley se encarga de colocar en un plano de igualdad a los inicialmente desiguales, haciendo posible el ejercicio real de la libertad mercantil.
Dadas estas circunstancias, el mercado deja de ser un instrumento cruel e incompatible con un proyecto humanista cristiano de sociedad, para convertirse en una herramienta valida y compatible con una sociedad personalista y comunitaria al hacer posible el ejercicio de la libertad de las personas y el desarrollo de sus potencialidades.
Atendido lo anterior, los partidos y gobiernos humanistas cristianos no han de posicionarse frente al mercado cargando con el prejuicio de su eventual crueldad, sino que deben hacer lo que sea necesario para crear las condiciones que hagan posible que los agentes lleven adelante sus transacciones mercantiles en un pie de igualdad.
¿En que se traduce esto?:
- En la introducción de regulaciones económicas claras allí donde sea necesario, impuestas por organismos reguladores dotados de medios económicos suficientes y de personal altamente calificado.
- En la dictacion de una adecuada normativa de defensa de la libre competencia y de protección al consumidor.
- En el incentivo y protección de las pequeñas y medianas empresas.
- En el estimulo a la formación de cooperativas / comunidades de pequeños agricultores, industriales o artesanos.
- En el control de algunas relaciones contractuales por medio de la introducción de "contratos dirigidos".
- En el amparo y capacitación de las organizaciones gremiales.
- En la promoción popular, concretada en el fortalecimiento de las juntas de vecinos, asociaciones de consumidores, centros culturales, etc.
- En la protección del medio ambiente.
- En la imposición del servicio universal en los sectores regulados de utilidad pública.
- En la difusión de las tecnologías de la información y la alfabetización digital.
- En las políticas anti-discriminación.
- En las exenciones tributarias a los sectores más débiles de nuestra sociedad, etc...
En definitiva, en la consolidación de un modelo de Economía Social, en el que el mercado deja de ser sinónimo de crueldad y desigualdad y pasa a convertirse en instrumento de desarrollo personal y social.
No tengo muy claro si esto es lo que algunos insinúan al hablar de "corregir el modelo". Por mi parte, creo que más que "enmendar" el modelo que "heredamos" de la Dictadura y los Chicago Boys, es preciso consolidar este otro modelo, cuyas bases epistemológicas y filosóficas son profundamente distintas e incluso antagónicas.
José Luis Corvalán
Estudiante de Derecho
Universidad de Chile
DCU